viernes, 29 de noviembre de 2019

ASUNCIÓN VELA, LA MAESTRA QUE CREÓ ESCUELA

ASUNCIÓN VELA, LA MAESTRA QUE CREÓ ESCUELA
Natural de Hiendelaencina dedicó su vida a la enseñanza de la mujer


      Cuando nació doña Asunción Vela López, en el año de gracia de 1862, era Hiendelaencina, sin temor a equivocarnos, la población más bullicioso de la provincia de Guadalajara. Una población que aspiraba a arrebatar el puesto de capital de provincia a la hasta entonces capital de provincia; puesto que era la que más crecía y, también, la que más riqueza generaba. Las autoridades municipales de la década de 1850, al no lograr la concesión de la capitalidad provincial intentaron arrebatar a Atienza la cabecera de partido, y esto sí que estuvieron a punto de lograrlo, aunque se quedaron a las puertas.

    Quizá por aquel intento de ser más que la propia Guadalajara, las autoridades provinciales no dieron el visto bueno a que por la comarca se trazase una línea férrea que hubiese sido un fuerte estímulo para el desarrollo de la Serranía guadalajareña. Las autoridades provinciales negaron aquel avance porque supusieron que quienes más beneficio obtendrían del ferrocarril serrano serían los franceses e ingleses que comenzaban a invertir en la minería de la plata. Los extranjeros en resumidas cuentas, y así nos fue a todos.



   Cuando nació doña Asunción Vela apenas hacía quince años que se habían descubierto aquellos filones de plata que harían figurar a Hiendelaencina en los medios de prensa de toda Europa.

   En aquellos quince años había cambiado prácticamente la totalidad de la fisonomía del municipio, creciendo sin cesar hacia lo alto. Dejando atrás las clásicas casas de paredes y tejados de pizarra para levantar las que más parecían palacetes en torno a una plaza Mayor de dimensiones considerables, casi de tamaña extensión a la de la capital del reino; e incluso levantando en tiempo récor una nueva iglesia, en la que doña Asunción recibió las aguas del bautismo. Cuando por sus calles se paseaban don Antonio Orfila y don Pedro Esteban Górriz, quien puestos a pretender, como las autoridades hiciesen, pretendió el marquesado de Hiendelaencina que, a pesar de no ostentarlo oficialmente, como marqués de Hiendelaencina fue conocido por sus coetáneos, en gracia al beneficio que produjeron sus descubrimientos.

   Fue doña Asunción, sin duda, una mujer de carácter, como eran las mujeres que comenzaron a destacar a la vida cultural en el último tercio del siglo XIX en la provincia y fuera de ella. Y es que en aquellos tiempos, para alcanzar el éxito, no había más remedio que tener carácter, ante todo cuando ha de quedar para la posteridad, como quedó de doña Asunción, una extensa biografía, para ejemplo de lo que con tesón y esfuerzo se puede lograr.

   Si tomamos la breve biografía que sobre ella se publica en la Fundación Fernando de Castro, podemos leer: Nacida en Hiendelaencina (Guadalajara), en 1862,  estudió en la Escuela de Institutrices de la Asociación, donde obtuvo su título en 1877. Desde 1883 fue profesora de varias asignaturas. A partir de 1889 desempeñó sin interrupción el cargo de Secretaria de las Escuelas, hasta su fallecimiento en Madrid, en 1938.

   Y es que, en aquellos años, la mayoría de las mujeres que destacaron en la vida social o cultural se dedicaron a aquel oficio, el de la enseñanza. Para la mayoría de mujeres que buscaban estudios superiores no los encontraban más allá, teniendo que conformarse con ser institutriz, maestra o, como algo de mayor relieve, poeta.

   Mucha más extensa que la facilitada por la Fundación a la que doña Asunción dedicó la mitad de su vida es la biografía que sobre ella escribió el profesor Juan Pablo Calero Delso publicada, entre otros medios, en la revista digital Atienza de los Juglares –número 61, junio 2014:

    “Asunción Vela López nació en la localidad alcarreña de Hiendelaencina en el año 1862, en pleno apogeo de la explotación minera, y falleció en Madrid en 1938. No sabemos mucho de su familia, aunque hemos encontrado noticias de una pensión militar de la que era beneficiaria.

   Siendo casi una niña se trasladó a Madrid, y desde tan temprana edad mostró un notable interés por la cultura. Según declaraba ella misma, asistió a las clases para mujeres que, por iniciativa de Fernando de Castro, se impartieron en el Ateneo de Madrid a partir de 1869. Desde entonces, tuvo como maestros al citado Fernando de Castro y, muy particularmente, a Gumersindo de Azcárate, desarrollando una labor pedagógica tan pionera como meritoria dentro del marco ideológico del krausismo…”

   Y, todavía, con fecha 21 de mayo de 1931, leemos sobre nuestra paisana en el periódico Las Provincias, con motivo de un homenaje que se le tributa junto a la también profesora Clementina Albéniz, motivado por la concesión gubernamental de la Medalla de plata al Mérito en el Trabajo, que la obra de ambas, la que quedaría para la posteridad, dio comienzo en Madrid, en la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, en cuya escuela primaria aprendieron muchas mujeres de su tiempo las primeras letras. Mujeres que pasarían posteriormente a ejercer la misma profesión de su maestra. Puesto que doña Asunción Vela, al igual que doña Clementina Albéniz, hermana del famoso compositor fue, por encima de todo, maestra de maestras.

   A aquel Centro de Cultura Femenina, la Asociación para la Enseñanza de la mujer, dedicó doña Asunción Vela López la mayor parte de su vida. En ella entró siendo niña para cursar la instrucción primaria, después la carrera de Institutriz, y allí se preparó para obtener, como alumna libre, el título de Maestra de Primera Enseñanza Superior. Después continuaría sus estudios para obtener el de Profesora de Comercio, y en 1883 los especiales de Correos y Telégrafos, siempre, según costumbre de los tiempos, con singular aprovechamiento.

   Más tarde se especializó en la Pedagogía Froebeliana y en todo lo concerniente a la enseñanza de párvulos, hasta que en el mes de julio de 1887 fue nombrada, por concurso, Secretaria contadora de la Asociación, cargo creado en esa fecha y que años después se dividió en dos, quedando Asunción Vela como Secretaria, cargo en el que se mantuvo por espacio de cincuenta años, mientras que el de contadora recayó en numerosas compañeras. Lo simultaneó con una intensa labor profesional dentro de la Asociación, en donde fue profesora de Aritmética, Geografía e Historia de España; más tarde Directora de las Escuelas de la Mujer y profesora de Historia Universal en la de Institutrices, a propuesta también de don Gumersindo Acárate.

   En 1888 fue nombrada profesora de las asignaturas de Historia Sagrada, Religión, Higiene e Historia de España en la Escuela Preparatoria, distinguiéndose, a la vez que por su magnífica actuación en el Congreso Pedagógico Hispano Portugués, por sus actividades e iniciativas en pro del mejoramiento de la Enseñanza privada cuando en noviembre de 1907 fue nombrada vocal de la Comisión técnica auxiliar de las escuelas primarias, creada por aquella fecha.

   Esta es, a grandes rasgos, nos decían sus alumnas en el momento de aquel gran homenaje, la existencia austera de abnegación y de sacrificio, de desinterés y de labor continua que, por la noble causa de la cultura femenina se ha impuesto como un ideal la profesora doña Asunción Vela López, quien durante medio siglo ha hecho del estudio y de la enseñanza las ocupaciones supremas y predilectas de toda su vida. 





   El 22 de enero de 1931 se le impuso la Medalla de Plata al Mérito del Trabajo, junto a Clementina Albéniz, dos de las primeras mujeres en recibir tan alta distinción, tras la también alcarreña Vicenta Ortiz Cuesta, cuya memoria ya trazamos en estas mismas páginas de Nueva Alcarria el pasado 8 de marzo.

   Tanto a Clementina Albéniz como a Asunción Vela la Medalla les fue impuesta por el  entonces Ministro de Trabajo, don Pedro Sangro y Ros de Olano, a petición del Claustro de Profesores y alumnos de la Asociación para la Enseñanza de la mujer.

   Dos mujeres, Asunción Vela y Clementina Albéniz, cuyas vidas se cruzaron en esta Guadalajara que tantas cosas tiene que contar, y a cuya provincia estuvieron unidas hasta sus últimos días. Doña Asunción murió en Madrid, soltera y sin descendencia; doña Clementina contrajo matrimonio con un guadalajareño, de Alcolea del Pinar, don Víctor Ruiz Rojo, médico de profesión.

   Nada mejor, en días en los que se recuerda la lucha de la mujer por sus derechos, que memorar la lucha por el futuro de una gran mujer pionera en lo suyo, Asunción Vela.

Tomás Gismera Velasco
Guadalajara en la Memoria
Periódico Nueva Alcarria
Guadalajara,
  

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