ASUNCIÓN VELA, LA MAESTRA QUE CREÓ ESCUELA
Natural de Hiendelaencina dedicó su vida a la
enseñanza de la mujer
Cuando nació doña Asunción Vela López, en el
año de gracia de 1862, era Hiendelaencina, sin temor a equivocarnos, la
población más bullicioso de la provincia de Guadalajara. Una población que
aspiraba a arrebatar el puesto de capital de provincia a la hasta entonces
capital de provincia; puesto que era la que más crecía y, también, la que más
riqueza generaba. Las autoridades municipales de la década de 1850, al no
lograr la concesión de la capitalidad provincial intentaron arrebatar a Atienza
la cabecera de partido, y esto sí que estuvieron a punto de lograrlo, aunque se
quedaron a las puertas.
Quizá por aquel intento de ser
más que la propia Guadalajara, las autoridades provinciales no dieron el visto
bueno a que por la comarca se trazase una línea férrea que hubiese sido un
fuerte estímulo para el desarrollo de la Serranía guadalajareña. Las
autoridades provinciales negaron aquel avance porque supusieron que quienes más
beneficio obtendrían del ferrocarril serrano serían los franceses e ingleses
que comenzaban a invertir en la minería de la plata. Los extranjeros en
resumidas cuentas, y así nos fue a todos.
Cuando nació doña Asunción Vela
apenas hacía quince años que se habían descubierto aquellos filones de plata
que harían figurar a Hiendelaencina en los medios de prensa de toda Europa.
En aquellos quince años había
cambiado prácticamente la totalidad de la fisonomía del municipio, creciendo
sin cesar hacia lo alto. Dejando atrás las clásicas casas de paredes y tejados
de pizarra para levantar las que más parecían palacetes en torno a una plaza
Mayor de dimensiones considerables, casi de tamaña extensión a la de la capital
del reino; e incluso levantando en tiempo récor una nueva iglesia, en la que
doña Asunción recibió las aguas del bautismo. Cuando por sus calles se paseaban
don Antonio Orfila y don Pedro Esteban Górriz, quien puestos a pretender, como
las autoridades hiciesen, pretendió el marquesado de Hiendelaencina que, a
pesar de no ostentarlo oficialmente, como marqués de Hiendelaencina fue
conocido por sus coetáneos, en gracia al beneficio que produjeron sus
descubrimientos.
Fue doña Asunción, sin duda, una
mujer de carácter, como eran las mujeres que comenzaron a destacar a la vida
cultural en el último tercio del siglo XIX en la provincia y fuera de ella. Y
es que en aquellos tiempos, para alcanzar el éxito, no había más remedio que
tener carácter, ante todo cuando ha de quedar para la posteridad, como quedó de
doña Asunción, una extensa biografía, para ejemplo de lo que con tesón y
esfuerzo se puede lograr.
Si
tomamos la breve biografía que sobre ella se publica en la Fundación Fernando
de Castro, podemos leer: Nacida en
Hiendelaencina (Guadalajara), en 1862,
estudió en la Escuela de Institutrices de la Asociación, donde obtuvo su
título en 1877. Desde 1883 fue profesora de varias asignaturas. A partir de
1889 desempeñó sin interrupción el cargo de Secretaria de las Escuelas, hasta
su fallecimiento en Madrid, en 1938.
Y
es que, en aquellos años, la mayoría de las mujeres que destacaron en la vida
social o cultural se dedicaron a aquel oficio, el de la enseñanza. Para la
mayoría de mujeres que buscaban estudios superiores no los encontraban más
allá, teniendo que conformarse con ser institutriz, maestra o, como algo de
mayor relieve, poeta.
Mucha
más extensa que la facilitada por la Fundación a la que doña Asunción dedicó la
mitad de su vida es la biografía que sobre ella escribió el profesor Juan Pablo
Calero Delso publicada, entre otros medios, en la revista digital Atienza de
los Juglares –número 61, junio 2014:
“Asunción Vela López nació en la localidad
alcarreña de Hiendelaencina en el año 1862, en pleno apogeo de la explotación
minera, y falleció en Madrid en 1938. No sabemos mucho de su familia, aunque
hemos encontrado noticias de una pensión militar de la que era beneficiaria.
Siendo casi una niña se
trasladó a Madrid, y desde tan temprana edad mostró un notable interés por la
cultura. Según declaraba ella misma, asistió a las clases para mujeres que, por
iniciativa de Fernando de Castro, se impartieron en el Ateneo de Madrid a
partir de 1869. Desde entonces, tuvo como maestros al citado Fernando de Castro
y, muy particularmente, a Gumersindo de Azcárate, desarrollando una labor
pedagógica tan pionera como meritoria dentro del marco ideológico del
krausismo…”
Y, todavía, con fecha
21 de mayo de 1931, leemos sobre nuestra paisana en el periódico Las Provincias, con motivo de un
homenaje que se le tributa junto a la también profesora Clementina Albéniz,
motivado por la concesión gubernamental de la Medalla de plata al Mérito en el
Trabajo, que la obra de ambas, la que quedaría para la posteridad, dio comienzo
en Madrid, en la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, en cuya escuela
primaria aprendieron muchas mujeres de su tiempo las primeras letras. Mujeres
que pasarían posteriormente a ejercer la misma profesión de su maestra. Puesto
que doña Asunción Vela, al igual que doña Clementina Albéniz, hermana del
famoso compositor fue, por encima de todo, maestra de maestras.
A aquel Centro de
Cultura Femenina, la Asociación para la Enseñanza de la mujer, dedicó doña
Asunción Vela López la mayor parte de su vida. En ella entró siendo niña para
cursar la instrucción primaria, después la carrera de Institutriz, y allí se
preparó para obtener, como alumna libre, el título de Maestra de Primera
Enseñanza Superior. Después continuaría sus estudios para obtener el de
Profesora de Comercio, y en 1883 los especiales de Correos y Telégrafos,
siempre, según costumbre de los tiempos, con singular aprovechamiento.
Más tarde se especializó en la Pedagogía
Froebeliana y en todo lo concerniente a la enseñanza de párvulos, hasta que en el
mes de julio de 1887 fue nombrada, por concurso, Secretaria contadora de la
Asociación, cargo creado en esa fecha y que años después se dividió en dos,
quedando Asunción Vela como Secretaria, cargo en el que se mantuvo por espacio
de cincuenta años, mientras que el de contadora recayó en numerosas compañeras.
Lo simultaneó con una intensa labor profesional dentro de la Asociación, en
donde fue profesora de Aritmética, Geografía e Historia de España; más tarde
Directora de las Escuelas de la Mujer y profesora de Historia Universal en la
de Institutrices, a propuesta también de don Gumersindo Acárate.
En 1888 fue nombrada
profesora de las asignaturas de Historia Sagrada, Religión, Higiene e Historia
de España en la Escuela Preparatoria, distinguiéndose, a la vez que por su
magnífica actuación en el Congreso Pedagógico Hispano Portugués, por sus
actividades e iniciativas en pro del mejoramiento de la Enseñanza privada
cuando en noviembre de 1907 fue nombrada vocal de la Comisión técnica auxiliar
de las escuelas primarias, creada por aquella fecha.
Esta es, a grandes
rasgos, nos decían sus alumnas en el momento de aquel gran homenaje, la
existencia austera de abnegación y de sacrificio, de desinterés y de labor
continua que, por la noble causa de la cultura femenina se ha impuesto como un
ideal la profesora doña Asunción Vela López, quien durante medio siglo ha hecho
del estudio y de la enseñanza las ocupaciones supremas y predilectas de toda su
vida.
El 22 de enero de 1931
se le impuso la Medalla de Plata al Mérito del Trabajo, junto a Clementina
Albéniz, dos de las primeras mujeres en recibir tan alta distinción, tras la
también alcarreña Vicenta Ortiz Cuesta, cuya memoria ya trazamos en estas
mismas páginas de Nueva Alcarria el
pasado 8 de marzo.
Tanto a Clementina
Albéniz como a Asunción Vela la Medalla les fue impuesta por el entonces Ministro de Trabajo, don Pedro
Sangro y Ros de Olano, a petición del Claustro de Profesores y alumnos de la
Asociación para la Enseñanza de la mujer.
Dos mujeres, Asunción
Vela y Clementina Albéniz, cuyas vidas se cruzaron en esta Guadalajara que
tantas cosas tiene que contar, y a cuya provincia estuvieron unidas hasta sus
últimos días. Doña Asunción murió en Madrid, soltera y sin descendencia; doña
Clementina contrajo matrimonio con un guadalajareño, de Alcolea del Pinar, don
Víctor Ruiz Rojo, médico de profesión.
Nada mejor, en días en
los que se recuerda la lucha de la mujer por sus derechos, que memorar la lucha
por el futuro de una gran mujer pionera en lo suyo, Asunción Vela.
Tomás Gismera Velasco
Guadalajara en la Memoria
Periódico Nueva Alcarria
Guadalajara,
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